De vez en cuando recibo correos electrónicos de personas adultas, de un rango variado de edades, muchas ocasiones mayores de 40 años que leyeron alguna de mis entradas como por ejemplo ¿me sirve de algo que soy superdotado siendo adulto?
Y no es que sea una súper influenser ni nada de eso, de hecho, últimamente no estoy teniendo tiempo ni de escribir por aquí, aunque pienso en ello cada día.
Pero aunque no esté al 100% con el blog, ni me dedico a esto de la divulgación, estoy teniendo la suerte de experimentar lo bonito que es que te escriban personas abriendo sus corazones y pensamientos, enseñando sus miedos y su vulnerabilidad con un tema que es hasta tabú.
Personas que viven en diferentes lugares y han tenido circunstancias distintas, pero que se sienten identificadas con lo que he ido escribiendo y necesitan respuestas. Y esto me llena a mí el alma y también me hace reflexionar.
La cantidad de personas adultas que se sienten identificadas por los rasgos más cualitativos de la alta capacidad (superdotación), dice mucho. Aunque haya poca investigación científica que lo termine por validar o más bien, porque los intereses están más puestos en el lado del desarrollismo del potencial humano con unos fines concretos, es un hecho que la alta capacidad va más allá y forma parte de la vida de miles de personas en de una forma completa en su persona, en su forma de tomar decisiones en el día a día, en la de conversar y tener ideas, en la de relacionarse y también en la de su desarrollo personal.
Más que falta de estudios, lo que hay es miedo a hablar en voz alta o desconocimiento, aún así, sean cuales sean sus circunstancias, es su forma de vivir y ver. Por eso hay muchas personas que llegan a adultas y no se dan cuenta de que lo que era normal no lo era tanto cuando se ven reflejados en un sus hijos que presentan estas características. Queda mucho por derribar y mucho por visibilizar y naturalizar. Falta difusión de otros enfoques. (Pero oye, que tampoco somos extraterrestres).
Así que esta es una reflexión, sobre lo suertuda que me considero por ver las realidades de otras personas, y por constatar personalmente que hay muchas personas adultas que necesitan respuestas en cuanto a la alta capacidad y entender el rasgo como una parte inherente de su ser.
Hasta ese «me falta algo aunque lo tengo todo», porque también he podido conocer personas exitosas en cuanto a la visión del desarrollo de su potencial, que han terminado por buscar más sobre la parte cualitativa y esencialista. Con lo otro no era suficiente, se sentían distintos y faltaba algo por comprender. Algo no se está haciendo bien en este colectivo y en el enfoque que se le está dando.
También me pregunto si saberlo es algo de primera necesidad o se puede pasar sin ello. Y como todo, la respuesta es relativa y daría para un debate y una buena reflexión.
Me quedo con estas conclusiones, de un artículo en el que se habla sobre neurodiversidad y trastornos del desarrollo:
«Cada individuo tiene una configuración única de su sistema nervioso que no siempre puede precisarse a través de estudios de neuroimagen, de neurofisiología o de laboratorio. La conducta motora, cognitiva y social es el efecto observable de la actividad del entramado neuronal; y su variabilidad, el reflejo de la enorme y rica diversidad humana.
Esta variabilidad de la conducta humana (motora, cognitiva y social) sigue una distribución normal que denominamos neurodiversidad.
La dificultad está en establecer en qué punto de la distancia a la media de esa distribución normal surge el trastorno que causa enfermedad2. Como médicos, sería injusto aceptar que los límites determinados por las normas sociales sean los que definan la condición de trastorno (ya nos sucedió en el pasado con la diversidad en la conducta sexual humana). También sería injusto dejar atrás a todos los que sufren a causa de sus diferencias y piden nuestra ayuda y consejo.
Cuanto más alejada se muestra la conducta de una persona de la de la mayoría, más difícil le resulta enfrentarse a un entorno que no tenga en cuenta su individualidad, por lo que es más vulnerable y propensa a enfermar.«
Y esto, es aplicable a la alta capacidad, aunque no es un trastorno. Lo vuelvo a decir, queda mucho camino por andar. Sin prisa pero sin pausa.

Bibliografía: Mas Salguero MJ. ¿Neurodiversidad o trastorno del neurodesarrollo? Rev Pediatr Aten Primaria. 2022;24:235-9.
Muchas gracias Anna. Para los que hemos andado tanto tiempo «perdidos», leer sobre ésto también es sanador y hasta emocionante. Descubrir características cualitativas «raras» que hasta se escondían y que resulta que son el reflejo de una forma de ser es maravilloso y da mucha paz.
Como dices, el «desarrollismo del potencial» con fines concretos puede llegar a ser una losa terriblemente pesada, sobre todo tras pensar los demás que tienes mucho potencial y que es tu «obligación» no desperdiciarlo. Pero lo que no ven es que tú no lo ves así; no comprendes su mundo ni su forma de actuar, que es muchas veces estrecha y exageradamente individualizada y superficial.
Cuanto más alejada se muestra la conducta de una persona de la de la mayoría, más difícil le resulta enfrentarse a un entorno que no tenga en cuenta su individualidad, por lo que es más vulnerable y propensa a enfermar.«
Que identificados nos sentiremos muchos con esta frase.
De nuevo muchas gracias de corazón y perdón por extenderme tanto.
Un gran abrazo a todos:
Natxo
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Gracias a ti por leer y disfrutar de ello. Mi intención es llegar a todas aquellas personas que les pueda servir leer estas frases para su mayor conocimiento y desarrollo en todos los aspectos y evitar o apaciguar aunque sea un poco el posible sufrimiento que se puede llegar a cargar. Con tu permiso, colgaré de forma anónima tu mensaje si te parece bien:) un abrazo.
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Me parece muy bien.
Un abrazo 🙂
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