Desconozco cómo pensabais en la muerte o en el enigma de la vida cuando erais pequeños, la típica pregunta ¿Qué hay mas allá?. No recuerdo desde qué edad me pasaba esto, sólo que era una niña y siempre reflexionaba estas cosas sola y no las comentaba con nadie. No tenía la necesidad de comentar el tema porque aunque me preocupaba, iba haciendo mis reflexiones. Sin más.
Me ponía a pensar en la muerte, o mejor dicho en el final de la vida, en cómo se sentía, en qué era, qué significaba, que implicaba.
Siempre llegaba un punto después de una escalada progresiva de emoción, sensaciones y gran cantidad de pensamientos a toda velocidad, en la que de golpe me daba cuenta de que después no había «nada». Y era como si ese «nada» en esos momentos fuera real, se siente, se nota se palpa con la gran intensidad que ese vacío comporta. Adrenalina que te catapulta a un nivel superior y desconocido.
Para mí este punto, es como llegar al máximo nivel de consciencia en el propio desconocimiento. El techo máximo de la ignorancia humana que nos envuelve en esta vida. Una pequeña puerta a la posible realidad durante milésimas de segundo antes de volver a sentir como nunca ante tal impactante sensación, antes de volver a ser ser humano, con miedos y limitaciones. Va más allá del pensamiento, de la creencia o de la búsqueda vital o objetivos que podamos tener o querer encontrar para darle un sentido a la misma.
En esta consciencia de la «nada» que quizás duraba segundos y en la que podía llegar a ver el universo en su conjunto, en mi imaginación, como perspectiva de realidad y yo misma siendo «nada» como parte de ello y del todo, la unión perfecta. Donde no hay espacio, tiempo, ni sensaciones, tampoco hay consciencia. No hay existencia propiamente dicha. Vacío. Y eso no es lo que yo experimentaba estando viva.
Esa percepción me comportaba seguidamente, unas sensaciones físicas desagradables, que vivía intensamente, delante la inmensidad de la nada, siendo una niña. ¿Qué otra cosa podía esperar? Y después, el llanto y una sensación de gran de tristeza y desamparo. Estos hechos fueron sucediendo a lo largo de los años, a veces expresamente, otros al estar reflexionando sobre otras cosas…a veces lo quería evitar porque sabía que iba a acabar llorando. Otras lo buscaba. Para finalmente acabar sintiendo esta sensación y visión como una forma o solución de aceptar la realidad que comporta estar vivo, al final me acabé sintiendo cómoda con el hecho de que aunque fuera desagradable, esto es lo que hay.
Una especie de aceptación segura, que no descarta automáticamente el posible miedo a lo desconocido o el querer seguir indagando sobre posibles nuevos datos que se puedan añadir a la experiencia. ¡Qué maravilla es esto de vivir y sentir! El saber de la fragilidad y fugacidad de la existencia me ayudó a entender la oportunidad que comporta vivir y buscar un propósito, a valorar.
Llegar al desespero de la no existencia durante la existencia, va más allá del hecho de querer buscar una explicación al sentido de la vida o el motivo por que cual estamos aquí. Eso sería otro tema distinto el cual también es un buen debate o tema sobre el cual reflexionar como individuos conscientes y forma parte del ser humano y su necesidad por entender y buscar una explicación a todo.
Me encantaría saber cómo lo viven los demás, si lo experimentáis, desconozco si todo el mundo experimenta estas sensaciones, si es así, aunque le tengáis puesto algún otro nombre, sabéis de lo que estoy hablando.