¿No representa que se me daban mal las mates?

En 2020, escribí una entrada para convencerme a mí misma que el examen de psicometría me iba a ir bien. De hecho le llamé exámenes y malas pasadas de la mente.

Eso fue antes de saber todo el tema de las altas capacidades y la superdotación intelectual, que de hecho, el enterarme de esto me dejó muda por aquí y me hizo cuestionar porqué tenía realmente un blog.

En esa entrada expresé todas mis inseguridades y mis ganas de salir adelante a contratiempo con la asignatura pero después no acabé de explicar realmente cómo me fue. Psicometría era una asignatura que me daba mucho respeto, a parte, era la que más temor generaba a todos los estudiantes, también arrastraba (y arrastro) un problema con las matemáticas.

Mas o menos a los 8-9 años las mates se me empezaron a cruzar. No entendía lo que me contaban, suspendía, trataba de memorizar y aprender la mecánica de lo que me decían, lo pasaba muy mal, de verdad que muy mal. Cogí un complejo impresionante y desde entonces pasé a pensar e interiorizar que las matemáticas se me daban mal y que nunca las entendería. He tenido un bloqueo con el tema todos estos años hasta que me pasó lo que os estoy contando ahora.

Fui pasando como podía todos los cursos y en la universidad igual, dejando psicometría para lo último de todo. Hasta no me presenté en alguna convocatoria por miedo a suspender.

Y el hecho es que nunca estudiaba, era incapaz de ponerme a ello. Lo que cambió esa vez fue que estaba bien y convencida de que me lo iba a sacar, que podía intentarlo y podría con ello, y si no salía bien, no pasaba nada porque lo importante era que lo estaba intentando de verdad y todo lo capaz que era.

Lo que más me sorprendió de esto, es que me preparé la asignatura con un profesor particular que contratamos 3 compañeras de la carrera, unas 10 sesiones. No había estudiado previamente y quedaba como un mes y medio para el examen, vamos, que íbamos muy justas. Le dediqué horas pero sinceramente, no tantas. Buscaba el aprobado para sacármelo de encima.

Recuerdo que por primera vez no me dejé convencer por mis temores y esa seguridad tan irreal de que iba a suspender. En otras ocasiones habría abandonado pero en vez de eso, me miré los ejercicios con mi óptica, entendí a mi manera y pasé bastante de las explicaciones de la asignatura y del profesor. Con las sesiones del profesor de repaso aprovechaba para captar lo básico y preguntarle las dudas que me tenía para entender el proceso.

Y así me presenté al examen, y encima me estaba empezando a gustar. Y lo mejor de todo, aprobé, y como datos adicionales: con un notable y en cambio mis otras compañeras suspendieron. Me pareció algo significativo y me llamó la atención, algo no cuadraba.

Esa situación y cómo lo había superado me sorprendió mucho, pero lo que más me sorprendió fue darme cuenta que las matemáticas no se me daban mal y las entendía. Me emocioné, y por primera vez en mi vida, me entraron ganas de aprender matemáticas, entenderlas y dejar atrás todos esos complejos.

Pocos meses después me enteré de que los superdotados existimos y este tema empezó a encajar en mi mente.

¿No representa que se lo saben todo a la primera y entonces se aburren? Ésta es una frase que se escucha mucho como si fuera un absoluto, se aburren porque ya se lo saben, lo que les enseñan es demasiado fácil y no va acorde a su capacidad.

Pues oye, no era mi caso. No se puede simplificar tanto a un colectivo tan heterogéneo. ¿Será que tengo una forma algo distinta de aprender? Necesitaba entenderlo desde mi punto de vista, poder hacer las preguntas y los procesos necesarios y sobre todo, sentirme segura. de poder experimentar, ir a mi rollo pero con ayuda. No tenía suficiente con la mecánica que me enseñaban en el colegio y me quedé ahí atrapada.

Lo bueno es que esto me ha servido de lección y me siento contenta por ello. Y ahora sé, que cuando me aburra, un día de estos intentaré aprender de nuevo mates, porque tengo mucha curiosidad.