Hoy vengo a escribir algo que es muy simple y general, faltarán muchas otras realidades y matices.
La etiqueta superdotado o AACC no nos cuenta toda la realidad
Los adultos superdotados existimos. Más allá de la etiqueta con el nombre que le queramos poner. Llámalo superdotación intelectual, alta capacidad intelectual, alta dotación intelectual, cebra…existimos.
Más allá del concepto escrito, más allá de la idea que exponga el experto/a X y también más allá del constructo social o de la serie de características que se puedan llegar a describir de una forma generalizada.
Porque somos personas y somos más que esa etiqueta. Algo lógico, ¿no? El término altas capacidades es usado mayormente en educación y con los niños, hay una ley que contempla la atención para los niños de altas capacidades, que difícilmente se cumple. ¿Cuál debe ser el motivo?
Se trata de que el sistema educativo se adapte a las necesidades reales de los niños y no al revés. Y con este tema, hay mucho desconocimiento, mucho trabajo por hacer y mucho por seguir descubriendo ya que a veces da la sensación que tan solo avistamos la punta del iceberg.
Mientras hay unas confusiones descomunales entre conceptos, visiones y enfoques sobre como tratar y atender a los niños con altas capacidades/superdotación intelectual y no hay un consenso mínimo establecido, todos estos niños van creciendo sin ninguna atención. Y previo a la existencia de esta ley, todos estos niños hemos crecido siendo superdotados y nos hemos hecho adultos sin perder nuestra propia identidad y nuestra superdotación intelectual, que ha ido desarrollándose igual que nuestra personalidad, cuerpo, habilidades, costumbres y un largo etcétera.
Los superdotados somos tan heterogéneos como personas hay en el mundo

Algunos adultos superdotados podremos crecer creyendo que nos falta una pieza en nuestro interior por comprender o nos pasa algo, y necesitaremos ayuda para descubrirnos. Otros no, otros viviremos estas diferencias y necesidades de profundizar de forma más natural porque el entorno acompaña, otros trabajaremos todo lo posible para comprendernos sin caer en que tal vez lo que «nos pasa» tiene una etiqueta. Y a otros nos etiquetarán con otras etiquetas que son erróneas al ir al psicólogo o psiquiatra. Otros dejaremos esas sensaciones de lado y nos encontraremos con la etiqueta de cara, porque nuestros hijos son como nosotros.
Los adultos superdotados existimos, independientemente de si nos evaluaron de niños, o si dejamos los estudios a medio cursar, si somos personas consideradas de éxito en base a la sociedad actual en la que vivamos o tengamos una ocupación considerada normal.
Podemos ser ese repartidor de comida rápida, esa médico que te atiende en consulta, ese administrativo, esa persona que se dedica a la atención al cliente, esa investigadora tan competente o ese artista que casi no se pueden ganar la vida con su pasión, ese carpintero, esa ejecutiva de alto mando, esa persona que vive en la calle…Podemos ser excelentes, mediocres, cuestionarlo todo o adaptarnos al día a día, llevar una vida armoniosa o bien una vida convulsa. Podemos tener una personalidad encantadora o agradable, pero también podemos ser unos auténticos insensibles ya que todo ello depende de la persona que seamos y como hemos crecido, de nuestras circunstancias y resto de factores. Algunos consideraremos que hemos sufrido a causa de esto, otros no.
Existimos en todo el planeta, sin distinción de ningún tipo. Existimos aunque no estuviéramos dentro de un programa de desarrollo del talento o aunque en la escuela no respetaran nuestras necesidades especiales. Existimos aunque no tengamos la etiqueta puesta.
Más investigación y más comprensión, por favor
Existimos igual que existen muchas otras realidades de amplio espectro relacionadas con la neurodiversidad. Y cada caso, cada experiencia, igual que cada cerebro, es distinto. Cada persona es un mundo.
Pero tenemos algo en común: un cerebro que funciona distinto a la media poblacional y se puede comprobar a través de la neuropsicología.
Y también tenemos algo en común con todas las personas, probablemente en ocasiones un poco más acentuado: la necesidad de conocernos a nosotros mismos y entender nuestras necesidades y diferencias. Los adultos superdotados somos pocos, pero existimos.
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