Este sábado me examino de la asignatura que más respeto me da: psicometría. La he ido dejando a lo largo de los años, ya que, ni el profesor ni la asignatura tenían muy buena fama. Si a eso le sumas que por alguna razón desconocida le cogí temor a las matemáticas desde pequeña (algunas teorías tengo), pues ahí tienes el cóctel perfecto.
Solo me examino de esta asignatura en este cuatrimestre por lo que representa que tendría que ir muy bien preparada. Pero no ha sido así, el cuatrimestre inició en marzo y empecé a estudiar con el ritmo estipulado de las clases. Pero la vida tiene preparados imprevistos de todo tipo a los que nos tenemos que adaptar: una pandemia y su respectiva cuarentena, una mudanza por motivos personales, faltaban 15 días para que se me finalizara el contrato y aún no me habían confirmado renovación a causa de toda la situación…
Total, que aunque le puse ganas, me ha costado bastante concentrarme en los estudios y durante el último par de semanas en abril no pude tocar los apuntes debido a la mudanza. Nos plantamos a mayo y el temario estaba avanzado, iba muy lenta estudiando y todo me sonaba a chino. Así que tomé la decisión de hacer clases de repaso por tal de llegar a tiempo al examen. Esta vez no me iba a rendir tan fácilmente.
Así que he estado durante mayo y junio centrándome en los ejercicios con tal de llegar todo lo preparada posible para sacármela si o sí. Aun así, mi mente me ha ido lanzando inseguridades y esta última semana muchas más. Entiendo que es la presión y el miedo a suspender. Tengo la sensación de que no estoy practicando todo suficiente, que no voy a llegar a tiempo de preparar todo, que se me escapan cosas y que el día del examen me saldrán justo los problemas que llevo más flojos y suspenderé. Que siempre puedo dar mucho más de mí. Si me despisto, la auto exigencia no tiene límite y me acaba consumiendo, haciéndome un flaco favor, ya que me puede llegar a provocar parálisis. También tengo la presión añadida de ser mi último año y no querer alargar más los estudios debido a un suspenso.
Por suerte, soy consciente de que estas sensaciones desagradables solo determinarán mi futuro si me dejo llevar por ellas. Las estoy aceptando y sigo con mis ejercicios, pensando que estoy siendo capaz de realizarlos bastante bien y que en el examen no se sabe realmente que saldrá hasta que no sea la hora. Que aunque he tenido días de procrastinación o no aprovechar el tiempo, ahora seguiré estudiando mientras ceno y qué jueves y viernes me he pedido fiesta con tal de seguir practicando. Me estoy preparando todo lo bien que sé y he podido debido a las circunstancias. Así que estoy determinada a seguir estudiando sin parar esta semana y a confiar en mi esfuerzo, siento que esto me va a dar una recompensa.
Y también me está ayudando a no paralizarme el visualizarme con un aprobado cada vez que mi mente me dice «Anna, no te va a ir bien porque necesitas mucha más preparación de la que llevas». Pues bien, lo sabremos en breves y mientras tanto, voy a seguir estudiando estos cuatro días que me quedan para seguir decantando la balanza hacia este deseado aprobado. ¿Cómo os sentís vosotros y cómo actuáis ante estas situaciones?
Un comentario en “Exámenes y malas pasadas de la mente”